Enfrentar la judicialización de los conflictos familiares trae consigo una gran dificultad emocional y mucho dolor y agotamiento. Esto se debe a que está en juego lo más valorado para una persona: sus relaciones más cercanas pasadas, presentes y futuras. Se pasa por un período en que hay que tomar decisiones difíciles, y se hace necesario sobreponerse a situaciones que se viven como injustas y desilusionantes. La emoción que prevalece normalmente es la impotencia. Cuando los hijos están involucrados se hace todo mucho más complejo aún. Todo esto lleva a que pueda ser de gran ayuda un apoyo psicológico en este período, que ayude a la persona a mantener la estabilidad emocional y la perspectiva necesarias para solucionar del mejor modo la situación.